Alcampo dispara las ventas a granel y enseña el camino a los 'reyes' del sector
"¿Para qué gastar más en un kilo de macarrones si me basta con 300 gramos?". Luisa se aficionó a las compras a granel cuando decidió apretarse el cinturón por si venían mal dadas en el trabajo. “Vivo sola y no necesito más”, comenta esta madrileña de mediana edad mientras rellena su minúscula bolsita de plástico en un hipermercado de Alcampo. La cadena francesa es de las pocas que cuentan con un 'autoservicio' donde se pueden encontrar legumbres, pasta, cereales, café o incluso comida para perros —entre otros—, aunque sus competidores sí lo ofrecen para otros productos como frutas, verduras o bollos. La Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) explica que en el sector existen ciertas reticencias a implantar este modelo por los inconvenientes que puedan surgir en materia de seguridad alimentaria y limpieza. "Lo tienes que tener muy controlado con sistemas de higiene", matizan fuentes de esta organización. Esto no ha impedido que la venta a granel haya repuntado en los comercios donde sí tiene cabida. La crisis económica ha propiciado un clima idóneo para la venta a granel. Los españoles acuden al súper con la lista en la mano, prefieren compras más pequeñas en superficies modestas y no se salen de lo presupuestado a no ser que sea estrictamente necesario. El bolsillo aún no está para fiestas, así que toda promoción que ayude a bajar el importe de la factura es bienvenida. Otra fórmula para controlar el gasto es hacerse con la cantidad necesaria. Ni más ni menos.
El surtido es tan variado como los perfiles de clientes que han adoptado este hábito de consumo: parejas sin hijos, solteros o jubilados como Pilar, aficionada a los copos de maíz en pequeñas dosis. “Es mucho más práctico ahora que somos mayores y no comemos tanto”. A José Luis también le compensa porque “sale un poquito más barato”, explica mientras busca la referencia de cereales que le ha encargado su mujer. “La venta a granel está en auge tanto por la crisis como por los nuevos modelos de familia”; por eso se ha disparado en los últimos años, explican fuentes cercanas a la compañía. Alcampo siempre apostó por los precios bajos como vía para acercarse al consumidor, una línea de negocio que reforzó con su área de ‘self discount’. Este ‘cuadrilátero naranja’ fue diseñado para ponérselo fácil al cliente ‘busca-chollos’, como Jesús. "Aquí encuentro de todo y está bien de precio. Necesitamos ahorrar", explica mientras atiende a su bebé de siete meses. Desde 2014, también puede adquirir en ese mismo espacio 470 referencias a granel, como si de golosinas o frutos secos se tratase. Esta modalidad de consumo "nació con el objetivo de asegurar a sus clientes la posibilidad de comprar las cantidades que realmente necesitan, favoreciendo así una compra a medida", explican desde Alcampo. La iniciativa se puso en marcha en 2012 para "dar solución a las nuevas necesidades de los hogares", y se amplió a las zonas panadería y pastelería dos años después. La caida de la natalidad hace que muchos hogares no necesiten —ni quieran— almacenar grandes cantidades de comida en la despensa. Prefieren ir poco a poco para estar seguros de que no van a malgastar comida ni dinero. Lo llaman consumo responsable, y es un concepto que se ha puesto de moda también en las calles de ciudades como Barcelona o Madrid, donde empiezan a proliferar los negocios que ofrecen venta a granel a precios razonables.
En busca del cliente cansado de los híper
Los propietarios de Granel Madrid, Javier Benzo y Juan González, se dieron cuenta de que la venta a medida era un hábito en pleno apogeo y supieron sacar partido de ello. “Ha florecido por la necesidad de ajustarse el bolsillo tras la crisis, pero existen otros alicientes”, apunta Benzo. La conciencia ecológica de los que detestan acumular envases o la preferencia por los productos de la tierra se unen al factor precio. Ya han pasado dos años desde la apertura de este pequeño comercio en la calle Embajadores de la capital, y en ese tiempo han entrado clientes “cansados de las grandes superficies y con ganas de frecuentar las tiendas de barrio”, bien sea porque les pilla al lado de casa o porque buscan pasta, harina, legumbres, especias o setas con origen español y en pequeñas dosis. “Además, es una forma de acercar otros productos que antes solo estaban en herbolarios, como la quinoa o el amaranto”. Benzo y González se sumaron así a una tendencia que ya floreció en países como Alemania o en ciudades españolas como Barcelona, donde ya se ha impuesto la cultura ecológica como ahorro con la apertura de un puñado de establecimientos. Es un fenómeno que va más allá de la alimentación, pues existen negocios que incluso comercializan con detergentes y otros artículos de limpieza a granel.
Fuente: El Confidencial